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¿Qué piezas se desgastan más en un coche eléctrico?

En el artículo anterior, hablamos de las ventajas de un coche eléctrico respecto a uno convencional en cuanto a probabilidades de averías y desgaste de piezas. Pero no todo son ventajas para los eléctricos. Solo pensar en la bisoñez del mercado ya nos saltan dudas existenciales.

Todavía no existe la suficiente experiencia de años transcurridos en el parque automotor para poder clasificar y dividir lo que puede ser un fallo puntual de un fallo recurrente. Lo que ahora es casuística, igual de aquí unos años es un error de diseño, de material, de electrónica o de actualizaciones de software.

Y, justamente, lo primero que nos viene a la cabeza es la cantidad de elementos electrónicos que tienen este tipo de vehículos: chips de control y de chequeos. Pero también debemos ser objetivos. Actualmente, cualquier vehículo de nueva generación, independientemente de su propulsión, está absolutamente controlado por multitud de chips. Por consiguiente, este tipo de piezas de desgaste no suponen una diferencia significativa entre unos coches y otros.

Si lo comparamos con nuestros dispositivos electrónicos de uso cotidiano (smartphones, relojes, ordenadores etc.) vemos que casi el mismo día que lo compramos ya parece obsoleto, porque enseguida sale otro modelo superior y con más prestaciones. Este caso no es el mismo. Tanto el software (actualizable), como sus piezas electrónicas, están pensadas para que duren el tiempo suficiente y más de la vida útil del coche. El símil es el de cualquier avión comercial o de combate. Están volando perfectamente con instrumental que en su momento fue lo más avanzado del mercado pero, ¿alguien recuerda que el primer vuelo comercial de un Boeing 747 fue en 1970? Y aún siguen volando.

Una de las piezas que sí sufren un desgaste más prematuro respecto a otros coches son los amortiguadores. Su tiempo de vida útil todavía no está calculado con exactitud, pero se prevé que por mayor peso soportado, duren menos.

Los neumáticos, tal como explicamos en el artículo anterior, si no son de baja fricción pueden durar hasta un 30% menos que el de un coche de combustión gasolina o diesel.

Y, por último, la batería. Aquí está la clave de esta diferenciación. Normalmente tiene una garantía de 8 o más años y aunque van perdiendo capacidad de carga con los ciclos, este punto es donde más investigación se está aportando y donde el avance es más continuo, de modo que pronto dejará de ser un punto diferencial.

El futuro ya está aquí. La autonomía en la conducción es el próximo paso, y ya tenemos grandes avances al respecto…

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